Error número cinco.

Condujo mis ansias a la habitación y dijo que espere, dijo que estaba mal, dijo -nena es tu ego el que nos quiere separar- Y, en lo más audaz de tu honestidad sabes que a mi ego lo suicide al segundo mes. Me curaste de todo ímpetu rabioso, toda soberbia ostentosa. Me definí por enfatizar lo bueno y reconocerte tan imperfecto, un curioso espejo de todos mis defectos.
error número uno.
Luego me traslade a un plano de cuidadosa conformidad enumerando una a una todas tus "virtudes" y en el instante en que la opinión pública intento vociferar un consejo me abrace a mi plegaria y no osé suspender mi fe.
error número dos.
Encontré similitudes esotéricas y en el misticismo de tu piel delinee mi alma con menester recelo. Tu espalda guiaba la ingeniería de mis átomos visualizando una vez mas el reflejo de mi alma. Genial falacia. Me reflejaba a mi misma, no eras vos mi espectro, mi luz.
error número tres.
Me senté a esperar. Cumplí como una santa de aura rota todas tus deprecaciones inclusive las mas lesivas para el espíritu. Preferí la eternidad del tu alma antes que la caducidad del instinto. Mis impulsos quedarón esclisiados, levitando en el vacío del rechazo ese retroceso que hace el cuerpo al tropezar con la reticencia. Me acostumbre a mi desnudez sin palpito, sin lazos.
error número cuatro.
Son las nueve queres cenar "canastitas", me levanto a cocinar. Responder a todos sus caprichos,
error número cinco.-