11.24.2010

Caminaba desnuda destinando mis pies al sol creyendo en la divinidad que obra la redención.

Hace tiempo que persigo la quimera: la perfección.- Soy mi juez y mi verdugo, mi condena y salvación. Digo, mientras armonizo las durezas el margen de error se transforma en un camino aspero, sinuoso y estrecho, el error en si mismo posee el castigo del que sabe o al menos lo intenta. El látigo derrota las entrañas y las lágrimas estridentes resuelven esperar. Oh, querido Nietzsche decias «¿No es todo llorar un lamentarse? ¿Y no es todo lamentarse un acusar?» Así te hablas a ti misma, y por ello, oh alma mía, prefieres sonreír a desahogar tu sufrimiento> el silencio que elijo desde el alma se identifica en tu verso, y la lágrima que quema la sangre describe la impavidez "la inexpresividad" de mis ojos.
Pero no logro contenerlas, mis pupilas son volcanes y la lava, es la sangre, y la sangre, es la nada misma. Me derrito, me destransformo, me sincero y exclamo "se me rompe el alma"
Necesitaba una tregua para adormecer la mente, necesita la distracción, no importaba cuan impertinente sea el proceder, cuan indecente, incosciente o inconsecuete, necesitaba olvidar y ahí estaba mi tónico, tu narcotico vertigo.

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