12.15.2010




La verdad iridiscente aparece complaciente frente a la luz.


Los finales conflueyeron ese día en un cumulo de proverbios ciegos.


Dormí con la plegaria tendida del cuello, extendiendo mi promesa, reafirmándola.


Desperté y el lazo estaba roto. Siempre esta todo digitado. Mi presagio, fuerte, en la panza me invito a la distracción. Mientras hable con ella un mensaje me decía que preguntabas por mi. Le dije que después de la despedida iba a verte.


Llegue a las 23.00hs. Abriste tus ojos grandes como la compuerta de una represa que estalla en luz. Los vi claros, tan claros que no ves, temí. Me senté en cuclillas pero su presencia me distraía, suspendida en ese fin sensato mi deprecación mordía la fe a dentelladas.


Quizá él me odie por hacerlo creer.


Quizá él me odie porque falle.


El dolor agitaba el aire y en cada grito pedí que basta.


Ella se acerco a calmar tu alma, con promesas de consuelo fuiste abandonando el suelo.


Te fue arrancando el dolor, con cada gota esferoidal de aire, con el polo que te hace uno.


Aún recuerdo tu mirada arriba, contemplando sin juicio, todo aquello que diseñaste, que late de prisa con todas las decepciones de verte ir.




El puente nos observa y nosotros súbitamente sin comprender nos despedimos.


Hoy todo se me figura torpe.


Mi fe,


mi Dios,


mi dolor.


Y entonces es como dar amor.








1 comentario:

Carlos Lucero dijo...

como una decisión divina
estamos echados a la suerte
disfrazados de pescados
a veces detrás de esos anteojos negros, pero siempre, en lugares, dentro de la capsula protoplasmática, auténtica fachada del océano de conciencia que te impide ver la causa y la consecuencia como un círculo mágico, en donde el futuro, el pasado y el presente son las huellas de un elefante, que armó un blog cuando era adolescente y lo único que hace desde hace millones de años es releerse...
somos su historia...así que aquí estoy cumpliendo mi tarea, de mensajero, el envíado de Dios que te dice "hola" niña cristal...solo para saludarte