2.17.2012

Yan desde un recóndito banquito frente al río Madero

La vida continúo, incluso cuando me negué a acompañarla.
Dije no porque no supe decir sí.
El curso irremediable del camino observaba con gracia mi lucha incesante.
Sabé, que llegará el momento donde mis fuerzas me rendiran y al fín no esperaré nada.
Quizá solo en ese instante la calma se eleve en una sublime risa que impere todo acontecer.
Y siendo nueva, niña, alumbraré con risas el camino del arrogante humano que combate.
Al abandonar mi coraza humana naceré en el alma de la calma, que no es lucha, es calma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermoso e inspirador com siempre.Lleno de risas,lágrimas y recuerdos.